El cine mexicano... un esfuerzo común

Por Víctor Ugalde

Construir un país se hace día a día, con el esfuerzo de todos. Destruirlo puede ser mas rápido quizá sólo se requieran unos instantes, unos días, lustros o décadas, según sea el caso, ejemplos sobran: Hiroshima, Desdre, Siria, Cuba, etc.

Las naciones no se inventan de la noche a la mañana. Se avanza y retrocede según el modelo de desarrollo y el estilo de gobierno que se quiere impulsar. Desde el siglo pasado, el capitalismo se ha venido organizando de forma global y día a día reduce el margen de maniobra de los gobiernos locales y la soberanía de las naciones. En la división internacional del trabajo a México le toco el nada honroso papel de aportar materias primas y mano de obra barata para consumir lo producido por las grandes corporaciones de los países metropolitanos.

En ocasiones y de la mano de algunos gobernantes nacionalistas se ha tratado de evitar tal imposición. En el cine, gracias al surgimiento del cine sonoro y al tamaño de nuestro mercado, se logró romper tan nefasto destino y conseguimos producir y crear nuestro imaginario fílmico por mas de cinco décadas lo que nos consolido como una nación creadora a pesar de pertenecer al mal llamado “tercer mundo”.

Contar con una industria cinematográfica propia catapulto nuestra cultura a todo el orbe con los beneficios económicos, artísticos y sociales inherentes a tal actividad. Así también nos permitió forjar un proyecto de nación, soberana e independiente.

Desgraciadamente, todo cambio en 1994 cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y cuando concluyeron las rondas que impulsó el Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles (GATT por sus siglas en ingles), precursor de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que hoy nos rige en materia económica.

Se destruyó el sistema legal que nos hizo posible existir como nación creadora y se dio paso a otras leyes y a otro modelo de desarrollo económico donde se dejaba todo supuestamente a las fuerzas del mercado y se impulsaba la acumulación desmedida de ganancias sacrificando el bienestar de la población. De facto, el gobierno salinista renunciaba a ser el factor de equilibrio entre capital y trabajo. Así de ciudadanos de plenos derechos se nos convirtió en clientes. Las consecuencias se vivieron de inmediato. Casi desapareció la producción de cintas nacionales y las pantallas del país dejaron de proyectar la expresión propia para exhibir y consumir lo ajeno: un mundo fílmico poblado mayoritariamente del imaginario norteamericano impuesto mediante malas prácticas comerciales con la complicidad de las autoridades nacionales por omisión de sus responsabilidades. ¿Quién se acuerda de como paso esto? ¿Con qué datos se contaba que nos hubieran permitido actuar oportunamente en contra?

Eran tiempos de opacidad en los que se controlaba la información. Durante muchos años la situación económica, política y social de nuestro cine fue un misterio, la información real sólo era para los miembros de la plutocracia gobernante. A las mayorías sólo nos quedaba el escepticismo crítico a esa supuesta realidad.

Año con año, las autoridades del área (BANSISTEMA 70/76, Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía76/82, Imcine, 1983, etc.) informaban lo que a su interés convenía y el panorama era maravilloso. Después de escucharlos, casi siempre los integrantes de la comunidad fílmica concluían: si estamos tan bien por que el cine mexicano estaba tan mal.

De manera esporádica algunas instituciones públicas como las universitarias y algunos esfuerzos de grupo o individuos publicaban investigaciones que mostraban panoramas y análisis diferentes a las versiones oficiales, desgraciadamente eran a toro pasado, cuando el daño ya estaba hecho. Si se recurría al INEGI en busca de información actualizada, sus datos servían como indicadores pero carecían del 100 por ciento de veracidad y sobre todo de oportunidad.

En medio de esa realidad informada/desinformada el cine mexicano paso de una época de bonanza a una de gran crisis y luego a partir del nuevo siglo a una lenta y parcial recuperación en una realidad cambiante a gran velocidad debido al advenimiento de las nuevas tecnologías digitales.

¿Cual fue nuestra realidad a finales de los noventa o en la primera década del siglo XXI?, pocos la recuerdan y quizá sus datos y opiniones se contradigan entre sí de acuerdo a las fuentes consultadas o por la falta de información fidedigna, pero si deseamos hablar de cómo se encontraba el cine mexicano hace diez años, justo en el 2010, todos podríamos hacerlo gracias a que podemos acudir al primer esfuerzo institucional por dar a conocer la realidad del mundo fílmico nacional en un afán de transparencia y compromiso con el cine. El Anuario Estadístico de Cine Mexicano 2010 lo impulsó la entonces directora del IMCINE, la guionista Marina Stavenhagen con el propósito de capturar “la enorme actividad económica que genera la industria cinematográfica y se derraman en otros ámbitos que trascienden el de la cultura como son la educación, turismo y el desarrollo social y tecnológico”

Gracias a esta afortunada decisión se pudo mostrar “no solo el sentir de sus creadores, sino sofisticados mecanismos de distribución, consumo y apropiación de sus contenidos que dan cuenta de una actividad globalizada que trasciende fronteras”. Se pensó “que es obligación de IMCINE poner a disposición de todos los usuarios (productores, distribuidores, exhibidores, promotores, programadores, investigadores y cinéfilos en general) información actualizada y permanentemente renovada tal y como lo hacen instituciones homologas en el mundo”

La información capturada en la primera edición podría resumirse en que los 112 millones de mexicanos consumieron 190 millones de boletos de los cuales 11.5 millones fueron de consumo de las 56 películas estrenadas en las 4,418 pantallas del país. De estas, eran digitales sólo el 14% y el resto proyectaban en 35 mm de manera analógica. Existían 46 Festivales de cine en la república mexicana y se producían 56 largometrajes al año. El 85% de estos recibían algún tipo de apoyo por parte del gobierno. Del total de la producción el 49% fueron operas primas y ya con tecnología digital se producían además 39 documentales. En las redes la cinta mas descargada fue “El infierno, de Luis Estrada” con 1.8 millones de bajadas. El 50% de las películas estrenadas en salas ya estaban disponibles en internet y el tiempo promedio entre la sala y el lanzamiento en DVD era de 5 meses y el 55% de los estrenos estaban a disposición del público. En materia de televisión se transmitieron en tv abierta 2,018 cintas mexicanas, mismas que obtuvieron el 37% de los televidentes en la tv abierta y el 25% en la de paga. El cine mexicano se exportó a mas de 36 países y se obtuvieron 60 premios internacionales. El anuario concluye con una encuesta nacional de consumo y percepción de cine mexicano, herramienta útil para conocer a los públicos que consumen nuestro cine, información indispensable para la nueva camada de productores, directores y guionistas que empezaban a poblar nuestro cine.

Del 2010 al 2019 se produjeron mas de 1,200 largometrajes, de estos alcanzaron a estrenarse en pantalla unas 900 cintas. Cifra engañosa ya que si analizamos el anuario a profundidad, descubriríamos que sólo un promedio de 34 largos alcanzaron a ser vistas en las pantallas de toda la república mexicana en el 2010, cifra que se incremento en diez años hasta 46 en promedio. El resto sólo lograron verlas los habitantes de la CDMX y su área conurbada y unos trescientos títulos, ni eso. En el decenio estudiado se han incorporado a la industria mas de 700 directores, lo que permite desmentir de primera mano el lugar común de que siempre se apoya a los mismos. Basta checar los listados que a petición de la comunidad se incorporaron desde el 2011. Evidentemente hay un relevo generacional y un crecimiento medible con múltiples indicadores, sólo hay que analizarlos bien.

En este tiempo, los ciudadanos mexicanos tampoco somos los mismos, 25 años de colonización mental lograda por los efectos del TLCAN hace que otras generaciones de espectadores irrumpan a escena. A muchos ya no les importa ver las cintas en sus versiones originales ya que han sido educados desde su temprana infancia con películas dobladas al español desde el fatídico 2000 cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación amparó a las trasnacionales de la comunicación estadounidense violando la constitución, sólo se opusieron los entonces ministros Olga Sánchez Cordero, Genaro Góngora Pimentel y Juventino Castro y Castro. Los gustos y formas de consumo cambiaron ante la mirada omisa de los funcionarios de cultura y educación y así lo registra de manera puntual el anuario del 2019. Casi desapareció la producción y reproducción analógica, así también casi se extinguió la venta y renta de DVD y Blueray y en consecuencia creció el consumo en línea y diversas plataformas irrumpieron fuertemente cambiando el universo tradicional del consumo del cine y del audiovisual. Afortunadamente y gracias a la visión de hace una década los nuevos cineastas pueden aprender, estudiar y analizar lo que esta pasando en el cine mexicano para prever su futuro y así tomar las mejores decisiones que les permitan cimentar su carrera para los años venideros.

Recuérdese lo expresado en la introducción del 2010 el “entorno es cada vez mas globalizado en las industrias creativas y las películas se han transformado en obras audiovisuales que compiten por un espacio frente a la amplia oferta de entretenimiento al alcance del espectador contemporáneo”

Palabras que se cumplieron al pie de la letra tal y como se muestra en las páginas de este anuario. Somos mas de 126.5 millones de mexicanos que consumimos 350 millones de boletos en taquilla de los cuales 34.6 millones consumieron las mas de cien películas estrenadas en algunas de las 7, 493 pantallas digitales del país. Los mas de 160 Festivales de cine al tiempo que difunden la variedad de la expresión mundial y nacional forman públicos mas exigentes y coadyuvan a difundir los mas de 200 largometrajes que se produjeron en el 2019. De este total, 93 fueron operas primas lo que nos permite prever un gran futuro. De ahí saldrán los Ripstein, Cuarón, Cazals, Del toro, del futuro. En las redes la cinta mas descargada fue Lady rancho con un universo de 1.4 millones de bajadas. El cine mexicano se exportó a mas de 30 países y se obtuvieron 168 premios internacionales.

En un afán de mejorar año con año el anuario, atendiendo las sugerencias y necesidades expresadas por diferentes miembros de la comunidad y de acuerdo a la óptica de los gobiernos en turno, se han agregado y suprimido secciones varias. Lo único que realmente extraño es el apartado de los presupuestos ejercidos ya que en el sexenio pasado a los recortes sufridos en el presupuesto de la Federación aprobado por el legislativo, este disminuía aún mas debido a las instrucciones giradas en lo oscurito por la SHCP. La última vez que se publico fue en el anuario del 2011. A partir del 2013 el anuario se volvió un tanto opaco pero afortunadamente siguió existiendo. También se extraña el conocer el costo promedio de las películas mexicanas agrupadas por características de filmación: documental, ficción con recursos propios, ficción con apoyo federal, etc. Así seria todavía mas útil esta herramienta fundamental para la defensa de nuestro cine y nuestra cultura.

La vida del anuario no ha sido tan fácil como podría suponerse. Le afectan los usos y costumbres de nuestro país por ejemplo, esa vieja práctica de reinventarse, sexenio a sexenio, y el cine no podía ser la excepción. Su primer punto de quiebre se produjo al termino del gobierno de Felipe Calderón del PAN cuando lo sucedió Enrique Peña Nieto del PRI, quien designó al productor Jorge Sánchez al frente del IMCINE. Aterrados, los miembros de la comunidad nos preguntábamos ¿Se repetiría el ritual chamánico mexicano de destruir todo lo pasado y transformarlo para seguir igual simplemente con otros nombres y administradores. De esta crítica coyuntura el anuario salió bien librado gracias a la sensibilidad del nuevo director del IMCINE. Este mantuvo la publicación dándole un giro a los contenidos de acuerdo a sus prioridades pero siguió saliendo en los primeros meses del año. Su segunda gran crisis fue seis años después, con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador y su plan de austeridad de la 4 T. La vida del Anuario se cimbró, dentro de la comunidad fílmica se especuló sobre su posible desaparición. Afortunadamente la directora de cine María Novaro demostró con hechos, la continuidad del mismo en una versión mas austera pero conteniendo los datos fundamentales y ahora ya apareció la edición 2019, la del décimo aniversario que supera todas las expectativas al respecto.

El anuario estadístico se corrige año con año, cambian los criterios y en ocasiones la información de un año al otro es contradictoria y cuestionable pero lo importante es que existe, Lo importante es ver las notas en letra pequeña para encontrar los cambios de criterio, por ejemplo cuando existía la producción de largometrajes de manera analógica se tenia un listado y se llevaba otro para la parte digital. A partir del 2012 se contabilizaron de manera conjunta por lo que aparentemente hay un salto muy significativo pero sólo fue un cambio de criterio. También ha cambiado, hasta en dos ocasiones, la forma de cuantificar el número de estrenos del cine. Inicialmente se consideraban estrenos a las películas que tenían una programación mínima de una semana con todas las funciones por ello el promedio de estrenos del 2010 al 2014 fue de 320 títulos al año. A partir del 2015 y hasta el 2017 se incremento a un promedio de 421 estrenos anuales debido que se incluyeron algunas cintas que se estrenaba unos cuantos días. A partir del 2018 el número se incrementa hasta casi 500 títulos ya que ahora se incluyen films que se estrenan en muestras, festivales con tan sólo unas cuantas funciones y no necesariamente se estrenan de acuerdo a lo que establece la Ley Federal de cinematografía.

Hoy México vive un momento extraordinario. En teoría se quiere abandonar el modelo neoliberal donde se privilegia la acumulación de capital a través de la precarización de los trabajadores, a otro sistema donde regrese un modelo de inclusión social mas justo. Reconstruirlo no será fácil, a nadie le gusta perder los privilegios obtenidos en los lustros recientes. Todos los días se vive una guerra mediática entre lo nuevo y lo viejo. Será difícil pero no imposible dejar de considerarnos clientes y recuperar nuestra categoría como ciudadanos de plenos derechos establecidos en la carta magna que nos rige. Este es el compromiso de la cuarta transformación.

Sabemos que la memoria de los hombres es falible y selectiva pero afortunadamente el anuario estadístico nos permite la certeza de los resultados para no caer en supuestos, especulaciones y chismes. ¡Que hablen las acciones y los resultados!

Celebremos la existencia de la décima edición, celebremos la institucionalidad mostrada por los cineastas que han estado al frente del IMCINE. Directivos que independientemente del partido que los designo , sirvieron al cine y eso es mas que suficiente para aplaudirles plenamente ya que el cine mexicano es en realidad es un esfuerzo de todos. Y cuando decimos todos hay que destacar el gran trabajo de los colaboradores del departamento de investigación del IMCINE que día a día, año tras año fueron reuniendo, organizando y creando la importante información contenida en estos diez años. Un aplauso a los coordinadores: Juan Carlos Domingo Domínguez (2010/2017) y a Rosario Lara Gómez (2018/2019) ademas de los investigadores Ernesto Román, Mariana Cerrilla, Rodrigo Chávez Pérez, Luisa Valdez Alvarado, Giovanni Urquiza, Damaris Arriaga Molina y Elizabeth Osorio.

Se vienen tiempos difíciles dijo alguna vez Bertold Bretch antes del inicio de la segunda conflagración mundial, la firma del T-MEC compromete gravemente el futuro de nuestra expresión artística, necesitaremos mucha voluntad e inteligencia para mantener nuestro camino ascendente y tratar de evitar que nos suceda lo mismo de cuando se firmó el TLCAN cuando se desplomo la producción. Avancemos defendiendo nuestra idiosincrasia, evitemos las agresiones neoliberales a la cultura fílmica nacional. La existencia de este anuario muestra, sobradamente, que lo invertido en la cultura fílmica no es un gasto en demasía ni a fondo perdido. Es una inversión detonante que impulsa y atrae capitales privados y aportaciones sociales que nos permiten ejercer nuestro derecho a la cultura. Impulsemos lo que neoliberalismo global no quiere que se produzca: Films mexicanos que impulsen el conocimiento libre, crítico, independiente y plural. Sólo así la cuarta transformación podrá ampliar la democracia como una forma de vida y mantenernos como una nación creadora con un futuro propio.